jueves, 18 de diciembre de 2014

Discurso en la Feria del libro de Nuñoa

He estado bromeando últimamente sobre cómo ésta novela es una lectura del apocalipsis en código de materialismo histórico.  Lo hago un poco para joder a mis amigos liberales, pero en el fondo algo tienen de cierto.
El zombie, siendo un humano transformado en su mínima expresión, es una materia muy próspera para la metáfora.  Si me regalan el minuto marxista, podríamos decir que los vampiros son la oligarquía de los no muertos y los zombies el lumpen proletario; Es aquella parte de la clase obrera que queda fuera del proceso de producción y socialmente marginada, carente de conciencia de clase. Marx decía que “La legión de los excluidos no se caracteriza por su inadaptación, sino por su exceso de adaptación precisamente. Nadie está más aferrado a los valores y símbolos capitalistas que sus primeras víctimas”  En efecto, en un apocalipsis zombie ellos se adaptan de inmediato; somos los humanos los que debemos ajustarnos para sobrevivir.  En esta lógica, los fantasmas, me parece, serían la burguesía ilustrada de los no-muertos: todos sospechamos que existe pero nunca la hemos visto.
Así, el zombie es un monstruo muy flexible al debate sobre la sociedad que hemos construido, las mentiras que optamos por creernos, y sobre la realidad básica de que somos seres de costumbre, que actuamos mecánicamente, mucho más fuera de nuestra voluntad de lo que creemos.  Seguimos a la multitud, así sea hacia el abismo.  Romper esas dinámicas, rebelarnos a ellas, es parte de lo que me ha fascinado siempre de los zombies: los vivos somos los que escapamos de ser devorados por la cotidianeidad deshumanizante.  La rebeldía es la clave de la supervivencia.
Sin embargo, en toda la ficción zombie hay un mantra que se repite: los humanos son peores.  Por tanto, es entre los que se rebelan donde está la posibilidad de decidir si se acoge o no la crueldad.

Me gustaría hablar de eso un poco sobre la experiencia narrativa. Hay una historia mexicana que se me grabó mucho.  En 2006, el alcalde de Nezahualcoyotl, una comuna equivalente en dimensiones mexicanas a Puente Alto, decidió que la policía local tenía que tener lectura obligatoria, bajo la noción de que leer los haría mejores personas, mejores policías y más efectivos.  Los obligó a todos a leer El Quijote, a Pedro Páramo, a Edgar Allan Poe y El Principito.
Esto bajo la convicción de que leer nos hace seres más empáticos, más buenos. Y es curioso, porque no leemos por eso. Es una reflexión más de gente que no lee que de gente que lee – que leer nos hace mejores personas – porque los que leemos lo hacemos por placer o por la experiencia estética.
Pero es real que leer nos hace conectar con la vida, ya que el arte es lo más parecido a la existencia. Nos pone en el lugar de otros, en las vidas de otros, y por tanto nos acerca a los demás. En la novela, la empatía es absolutamente fundamental. Sin aspiraciones educativas, la novela debate la profundidad del daño que la carencia de empatía genera en las catástrofes, pero también la densidad de su existencia en los momentos más límites.
La esencia de esta discusión radica en lo que Bernard Williams llamó el “dilema trágico”. Hay veces, en la vida y la literatura, que llegamos a momentos en que hay que tomar una decisión y, sin importar qué decidamos, nos arrepentiremos. Delatar a varios amigos para salvar a un ser querido o para salvarnos a nosotros mismos, por ejemplo.  Este drama, que vivieron miles en las cámaras de tortura de la dictadura, generó claros ejemplos de cómo la perversidad nos corroe cuando tomamos la decisión de traicionar.  En la novela, esto tiene que suceder muchas veces, y la fibra ética es clave.  Es ahí, en esas definiciones, que los personajes cobran vida.

Esto me lleva, otra vez, a la responsabilidad política del autor.
Esto es para mí lo más importante. 
Toda literatura es política.  Porque siempre que das un mensaje, así sea sin darte cuenta, estás asumiendo posiciones.
Y los autores tenemos que aceptar esa responsabilidad. 
Las novelas de porno para señoras que están de moda ahora, por ejemplo, están hablando sobre el rol sexual – y por tanto social – del hombre y de la mujer, están hablando de dominación y, por tanto de poder. Eso es, por definición, política.
Así, los muertos vivientes también nos sirven para hablar de muchas cosas, desde el consumismo al populismo, desde las adicciones hasta las religiones. 
Hablan de un gran grupo que ha dejado de pensar, que se ha marginado de la civilización, que ha escogido el camino de la violencia.  Eso, sin duda, existe.
Porque la normalidad en la que vivimos es mucho más frágil de lo que parece.  La tragedia de Ayotzinapa en México nos ha impactado y ha sacudido al sistema entero.  Ha sido una especie de apocalipsis - ciertamente lo fue para ellos-, ha sido un punto de inflexión en que sentimos que todo cambia. Pero México no es un caso único. Lo que Venezuela está viviendo, lo que el Estado Islámico está haciendo, nos habla de cuantos millones de seres humanos escogen la violencia extrema como forma de vida.

Pero no solo la violencia directa de personas contra personas. Todos vivimos el terremoto de 2010 como una suerte de fin del mundo.  Días sin luz y agua, días sin información. Amas de casa saqueando supermercados, autoridades tratando de salir del asombro.  Todos conmocionados y sin saber cuándo volvería la normalidad.
Así de frágiles son nuestras sociedades. 
Al final, que no nos esté pasando, no significa que no nos pueda pasar.
El apocalipsis existe en todas las culturas y es real en algún sentido: de una u otra forma, el mundo se acabará, así sea cuando se extinga el sol en millones de años.
Por eso hay un compromiso contra la oscuridad.  Porque aunque este es un libro que se revuelca en sangre, es también un llamado a que tenemos la responsabilidad de cuidarnos unos a otros.
Hablar de la peor crueldad debe ser una forma de trabajar contra ella; porque la revolución que nuestras sociedades demandan hoy de nosotros no es derrotar la oligarquía, es la derrota del horror. Nuestra revolución será la derrota de la violencia.


Muchas gracias.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Pascoe Rippey presenta “Todo es rojo” en FIL de Guadalajara

Guadalajara, 6 Dic (Notimex).- En el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, Andrés Pascoe Rippey, escritor y periodista mexicano, radicado en Chile, presentó su primera novela “Todo es rojo”, la cual ha tenido gran aceptación en el país sudamericano.

La novela de Pascoe Rippey, que se publicó en Chile a principios de este año y ahora la editorial Salto Mortal la trae a México, describe un sobrevivir ruinoso en un mundo postapocalíptico: confrontación con el sentido de identidad en un universo de horror en donde no hay más color que el rojo.

El escritor busca que la historia haga reflexionar sobre qué haríamos frente a una situación como la que presenta, sobre todo porque habla de la violencia que es realmente apocalíptica.

Los presentadores de la novela Jorge Fernández y Edna Campos Tenorio, afirmaron que es un libro de lectura ágil que lleva al lector a no querer parar de leer hasta el final.

Jorge Fernández subrayó que lo único que puede salvar a las personas está en los libros, por lo que es importante apoyar a autores como Pascoe Rippey que muestra una historia que hará reflexionar sobre diversas situaciones.

Edna Campos comentó que atrás de “Todo es rojo” existe un trasfondo social impresionante y marca claramente que podría llevarse a la pantalla grande porque tiene sesgos totalmente cinematográficos.

“Tiene una estructura de una película de zombis, de muertos vivientes, con mucha similitud en el cine de terror latinoamericano”, dijo.

Puntualizó que el género cine de terror en América Latina tiene alrededor de cinco años, en los cuales México, Chile, Argentina, Brasil, incluso países que poco difunden lo que hacen como Guatemala y Costa Rica, han creado películas interesantes.

Andrés Pascoe Rippey nació en la Ciudad de México, desde joven publicó comics y artículos sobre cine de terror en revistas como “La Regla Rota” y “Replicante”.

Estudió filología inglesa en la Universidad Nacional Autónoma de México, se convirtió en uno de los editorialistas más jóvenes del país con la columna semanal “Invasión Retrofutura”, en el diario de circulación nacional ”La Crónica de Hoy”.


En 2005 trabajó como corresponsal extranjero y “barman” en París, Francia. Desde 2007 vive y trabaja en Santiago de Chile, desde donde escribe los blogs “El Chef Borracho, recetas para combatir el capitalismo”, y “Agárrame la Baguette”.

“Sobrevivir exige una particular naturaleza”


Un mexicano de izquierda, un chileno conservador y una argentina rebelde se encuentran en Chile en la era off line, off state; las bombas han sido arrojadas, el mundo colapsa. Un escenario perfecto para grupos de paramilitares, fanáticos, merodeadores; para política, sexo, sangre e instintiva sobrevivencia. Una aventura en el fin del mundo, en donde tres seres humanos, ríspidamente distintos, se unirán solo para continuar vivos el mayor tiempo posible.

Todo es rojo es una fina propuesta literaria, sin precedente en Latinoamérica, que hace homenaje al cine “psicotrónico” de los setentas y ochentas, género famoso por su descarnada violencia y sexualidad. La novela de Pascoe Rippey, con todo y su crudeza, es sensiblemente humana, una road novel que describe un sobrevivir ruinoso en un mundo posapocalíptico: confrontación con el sentido de identidad en un universo de horror en donde no hay más color que el rojo.

“No se olviden de este momento: este es nuestro pedazo de historia”.

Todo es rojo se publicó este 2014 en Chile bajo el sello editorial Ediciones del Imbunche y ahora, debido a la calidad de la obra y al enorme entusiasmo que nos causó leerla, Salto Mortal la publica en México.

Todo es rojo es una novela que pone de manifiesto uno de los temores más grandes de nuestra cultura: el fin del mundo: ¿Qué pasará sin luz, sin agua, sin gas, sin cigarros, sin café, off line?
¿Qué pasará si ahora sí toca sobrevivir, pelear simplemente por la vida, por seguir respirando? México, Chile y Argentina, países hermanados por la violencia gubernamental, serán los protagonistas de esta road novel. Todo es rojo es una novela ágil; valiosa por su estructura sencilla llena de ironía, sus vueltas de tuerca, su escritura limpia y su lenguaje regional.

Andrés Pascoe Rippey

Nació en la Ciudad de México rodeado de política y arte en donde desarrolló una peculiar empatía y sentido trágico sobre la condición humana. Como joven artista y escritor, publicó comics y artículos multitemáticos, incluyendo el cine de terror, en revistas como La Regla Rota y Replicante. También creó el libro de artista Cuentos para niños perversos.

Estudió filología inglesa en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se inclinó, con igual convicción, al periodismo en donde llegó, con apenas 22 años, a ser uno de los editorialistas más jóvenes del país con la columna semanal “Invasión Retrofutura”, en el diario de circulación nacional La Crónica de Hoy.

En 2005 trabajó como corresponsal extranjero y barman en París, Francia. Desde 2007 vive y trabaja en Santiago de Chile, desde donde escribe los blogs El Chef Borracho, recetas para combatir el capitalismo, y Agárrame la Baguette. Todo es rojo es su primera novela.
También, se dice que Pascoe duerme poco y que de niño le fascinaban los incendios caseros, especialmente debajo de la cama, se dice...



El evento
Viernes 5, 20:30 horas
PH del Condominio Guadalajara,

16 de septiembre 730

lunes, 1 de diciembre de 2014

Conversatorio sobre Todo es Rojo

Tras el lanzamiento en Guadalajara, volvemos a Chile para participar en la Feria del Libro de Nuñoa. Acompáñennos.

Presentarán en la FIL de Guadalajara Todo es rojo, de Andrés Pascoe

Víctor García Esquivel- La Crónica de Hoy.  Llega a México la novela de zombis Todo es rojo, de Andrés Pascoe, “en un contexto apropiado después de Ayotzinapa y la sensación de violencia apocalíptica que pensamos había terminado en México”, comenta el autor en entrevista.

Sin dejar de lado el entretenimiento, el libro que describe la supervivencia de un mexicano, un chileno y una argentina, quienes deben emprender un escape de los muertos vivientes en una situación apocalíptica, también hace reflexionar.

“La novela dialoga con el lector sobre cómo en estas situaciones críticas y extremistas sale quiénes somos realmente, y lo que tenemos que hacer para mantener el sentido de la decencia, que se pierde en algún momento”, reflexiona el autor.

Es una historia dirigida a “jóvenes adultos” que aspira a dialogar con ellos en varios niveles, desde el entretenimiento hasta la parte reflexiva, para conocer qué seríamos capaces de hacer frente a una situación como la que se presenta en la novela, agregó.

“Todo es rojo nos habla de cómo la violencia es realmente apocalíptica y que todo lo sucedido en México es más destructivo de lo que se suele pensar, porque nos podría pasar a cualquiera de nosotros.”

Asimismo, el autor resalta las diferencias entre las tres nacionalidades que se presenta en este contexto de apocalipsis, mismo que se refleja en las formas de actuar.

Esta novela fue publicada en marzo de este año en Chile y comenta Pascoe que tuvo una gran recepción por parte de los jóvenes, misma que espera repetir en México, con un tiraje de 2 mil ejemplares en distintas librerías, por parte de la editorial Salto mortal.


Con los comentarios de Jorge F. Hernández y Edna Tenorio, la novela será presentada el 5 de diciembre, dentro de las actividades de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.