Sobre Todo es Rojo, la novela de Andrés
Pascoe.
Por Daniel Flores
La idea de zombies viene de áfrica. Explican los antropólogos que
hubo culturas que daban esa condición a las personas que obsesionados por el
dinero se convertían en objetos. En este escrito,dedicado a los marxistas
filosóficos, podemos decir que la palabra zombie era utilizada por estas culturas
para graficar la inversión fundamental del capitalismo: el fetichismo de la
mercancía. Michael Taussig es el
antropólogo que rescata esta referencia que acabo de hacer, precisamente, al
estudiar las formas culturales que toman las sociedades indígenas y campesinas
cuando los sistemas capitalistas se les instalan encima. En estas, de un día para el otro el dinero,
que era solo un vehículo de intercambio, es ahora el objetivo fundamental del
sistema económico. El dinero que era un
equivalente, ahora se empieza a reproducir, se “preña” decía Marx, y entonces,
sostiene Taussig, las culturas en crisis inventan formas simbólicas para
explicarse este sin sentido. Y aparecen los antidioses, el diablo, los pactos
satánicos, el cole’ flecha, el mandinga… y los zombies.
La de Andrés Pascoe, por eso, no es una novela de zombies, pero sí es una novela de zombies. No lo es porque los zombies son el vacío desde el que
se narra la historia (el McGuffin diría Hitchcock). Sí lo es porque logra lo
que la propia palabra africana quería: desentrañar la crisis de sentido y de identidad que el capitalismo instala en
las relaciones humanas que deben sostenerlo. La novela se monta sobre el viaje
de tres protagonistas, un chileno, un mexicano y una argentina, motivados por
una crisis global. Cada personaje –en una apuesta muy bien lograda por el
autor- personifica los rasgos fundamentales de las contradicciones de sentido
de la historia social y política de los últimos 40 años de sus respectivos
países. Y entonces la novela narra la
forma en que los preconceptos de cada uno de los personajes comienzan a caer en
el absurdo cuando la crisis desmonta los supuestos valóricos e históricos a
partir de donde los personajes han explicado el mundo y sus propias
existencias.
No quiero entrar en los detalles de la trama porque la novela
merece ser leída y releída. Porque además de ser un excelente libro de
sociología latinoamericana, es también una gran novela de aventuras. Por
momentos me recordaba el gozo que sentí mientras leía Baudolino. Porque con ambos autores, con Eco y con
Pascoe, es clara la redacción ágil, y sobre todo, la capacidad de observar el
mundo desde la vocación humorística.
Pero con “Todo es Rojo” en un punto pasa lo contrario que con
Baudolino. Si con la lectura del aventurero de Alejandría, la satisfacción de
la lectura va acompañada con el tamaño del libro. Digámoslo así: comienzo a leer la novela, he llegado a la
página 50 casi sin darme cuenta, voy a tomar un respiro y evaluar: la estoy
pasando bien, a Baudolino le queda un viaje largo, y… que tranquilidad, todavía
tengo 300 páginas que leer. Pero con Todo es Rojo la sensación es distinta:
comienzo a leer, he llegado a la página 50 sin darme cuenta, voy a tomar un
respiro y evaluar: la estoy pasando bien, y que bueno, se ve que todavía queda
mucho que recorrer y aventuras que narrar, pero, un momento, solo quedan 80
páginas!. El autor nos debe 200 páginas, o al menos una segunda novela.
En resumen, “Todo es Rojo” es una gran novela, escrita con arrojo,
humor, con vocación política-poética, sociológica, y sobre todo,
latinoamericanista. Mariátegui estaría orgulloso. Borges decía, lo importante
no es leer si no releer, y la novela de Pascoe es de las
que hay que releer, sin lugar a dudas.