viernes, 25 de julio de 2014

¿De zombies?

Sobre Todo es Rojo, la novela de Andrés Pascoe.

Por Daniel Flores


La idea de zombies viene de áfrica. Explican los antropólogos que hubo culturas que daban esa condición a las personas que obsesionados por el dinero se convertían en objetos. En este escrito,dedicado a los marxistas filosóficos, podemos decir que la palabra zombie era utilizada por estas culturas para graficar la inversión fundamental del capitalismo: el fetichismo de la mercancía.  Michael Taussig es el antropólogo que rescata esta referencia que acabo de hacer, precisamente, al estudiar las formas culturales que toman las sociedades indígenas y campesinas cuando los sistemas capitalistas se les instalan encima.  En estas, de un día para el otro el dinero, que era solo un vehículo de intercambio, es ahora el objetivo fundamental del sistema económico.  El dinero que era un equivalente, ahora se empieza a reproducir, se “preña” decía Marx, y entonces, sostiene Taussig, las culturas en crisis inventan formas simbólicas para explicarse este sin sentido. Y aparecen los antidioses, el diablo, los pactos satánicos, el cole’ flecha, el mandinga… y los zombies.

La de Andrés Pascoe, por eso, no es una novela de zombies, pero sí es una novela de zombies. No lo es porque los zombies son el vacío desde el que se narra la historia (el McGuffin diría Hitchcock). Sí lo es porque logra lo que la propia palabra africana quería: desentrañar la crisis de sentido  y de identidad que el capitalismo instala en las relaciones humanas que deben sostenerlo. La novela se monta sobre el viaje de tres protagonistas, un chileno, un mexicano y una argentina, motivados por una crisis global. Cada personaje –en una apuesta muy bien lograda por el autor- personifica los rasgos fundamentales de las contradicciones de sentido de la historia social y política de los últimos 40 años de sus respectivos países.  Y entonces la novela narra la forma en que los preconceptos de cada uno de los personajes comienzan a caer en el absurdo cuando la crisis desmonta los supuestos valóricos e históricos a partir de donde los personajes han explicado el mundo y sus propias existencias.

No quiero entrar en los detalles de la trama porque la novela merece ser leída y releída. Porque además de ser un excelente libro de sociología latinoamericana, es también una gran novela de aventuras. Por momentos me recordaba el gozo que sentí mientras leía Baudolino.  Porque con ambos autores, con Eco y con Pascoe, es clara la redacción ágil, y sobre todo, la capacidad de observar el mundo desde la vocación humorística.

Pero con “Todo es Rojo” en un punto pasa lo contrario que con Baudolino. Si con la lectura del aventurero de Alejandría, la satisfacción de la lectura va acompañada con el tamaño del libro. Digámoslo así:  comienzo a leer la novela, he llegado a la página 50 casi sin darme cuenta, voy a tomar un respiro y evaluar: la estoy pasando bien, a Baudolino le queda un viaje largo, y… que tranquilidad, todavía tengo 300 páginas que leer. Pero con Todo es Rojo la sensación es distinta: comienzo a leer, he llegado a la página 50 sin darme cuenta, voy a tomar un respiro y evaluar: la estoy pasando bien, y que bueno, se ve que todavía queda mucho que recorrer y aventuras que narrar, pero, un momento, solo quedan 80 páginas!. El autor nos debe 200 páginas, o al menos una segunda novela.


En resumen, “Todo es Rojo” es una gran novela, escrita con arrojo, humor, con vocación política-poética, sociológica, y sobre todo, latinoamericanista. Mariátegui estaría orgulloso. Borges decía, lo importante no es leer si no releer, y la novela de Pascoe es de las que hay que releer, sin lugar a dudas. 

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