viernes, 21 de febrero de 2014

Reseña de Todo es Rojo

Ha sucedido.  El fin del mundo ha llegado y nos toca observar, desde los ojos de tres jóvenes en Chile, cómo se desgrana la sociedad.   El Santiago apocalíptico se ha convertido un lugar sitiado por vigilantes, paramilitares y merodeadores canibalescos.

Un mexicano, una argentina y un chileno, todos social y políticamente discordantes, tendrán que aprender a entenderse para subsistir en una tormenta perfecta de violencia social, política y cultural, mientras inician un sangriento viaje hacia el sur del país buscando seguridad.  En su recorrido serán sometidos a sórdidas pruebas de supervivencia, teniendo que aprender a confiar entre sí y en su determinación de salvarse.

Echando mano a registros propios del cine clase b o cinéma bis, las road movies y el gore, con una narrativa eficaz y ágil, la novela construye la posibilidad de un pensamiento y una posición política frente a la catástrofe sin dejar de lado lo explícito de sus referentes.

La novela es también un relato épico, que no es de conquista, sino más bien de anticonquista, pues se trata de huir del desastre. En el relato, el "Sur" de Chile ocupa un lugar mítico y Chiloé, dentro de él, es el lugar mítico por excelencia, representando el sueño de salvar al mundo.

La novela explora las modalidades en que puede gestionarse el deseo sexual, y como este puede ser un aparato de control social en un mundo que se colapsa. Es a través de la sexualidad, férreamente liberada, pero también conflictivamente relacionada al amor y su cuota de egoísmo, que los sobrevivientes vuelven a pensar la convivencia social y política en el nivel primordial de los impulsos.

Situada en una realidad políticamente dividida –aún tocada por los horrores de la dictadura–, la novela hurguetea en el sentido del ser de izquierda en una sociedad latinoamericana globalizada y neoliberal, donde el caos, el horror y los muertos vivientes son también metáforas de los abusos del poder.

De lectura veloz y lenta absorción, Todo es rojo revitaliza un género y hace una osada metáfora de nuestra sociedad. 

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